Camara Real

¿Necesito ordenarte que me ayudes a ponerme un vestido? dije imitando su tono de voz mientras volvia a levantar una ceja

Aparecí ante ella rápidamente y la abracé por detrás, llevando mis manos a su vientre y depositando un beso en su cuello.

-Resulta evidente que no... ¿Has decidido ya cuál te pondrás de todo el repertorio? Dije susurrando mientras se me escapa una risita.

Suspire y a regañadientes me deshice de su abrazo para acercarme a un pequeño armario en el que se encontraban los pocos vestidos que me habia llevado para mi encierro alli. Despues de unos segundos me decidi por uno veige.

Alli le señale un baul que se encontraba debajo de los vestidos hay algunos trajes de mi padre....creo que mas o menos te quedaran bien. Me he decidido por este dije girandome con el vestido en la mano.

Observé como rebuscaba en su "improvisado armario" de ropa y levanté de nuevo la mirada cuando se dirigió a mi. Rebusqué entre la habitación siguiendo la dirección de su señal, hasta que conseguí dar con el mencionado baúl. Lo abrí con cuidado, escuchando el pequeño retintín, el mismo que hace una puerta antigua al abrirse tras el paso del tiempo. Me quedé mirando al fondo del contenedor, que poseía una gran cantidad de ropajes, deseando que mis ojos escarlata, pudieran atravesarlos todos con una especie de rayos x, pues la verdad, me causaba algo de reparo, removerlo todo. Suspiré y comencé a tantear, supuse que la corona que erguía sobre mi cabeza, me otorgaba la suficiente potestad como para hacerlo. Tras varios minutos de indecisión, creí encontrar un buen conjunto para la capa y lo extraje del cofre. Selanora, parecía haber dado con el suyo también.

La miré atentamente recorriendola de arriba a abajo, aceptando que, mi juicio seria mucho más efectivo, si se lo viera puesto.

¿Por que no te lo pones? Dije sonriendo al fin y revelando mis pensamientos. Esperé a que se respondiera mentalmente y tomara una decisión, mientras yo iba poco a poco completando mi atuendo sin dejar de prestarla atención.

Sonrei en respuesta a su peticion mientas le observaba, le quedaba como un guante el atuendo de Rey, mi rey.

Me desabroche mi vestido y me lo quite para despues introducirme en el otro, mucho mas pesado que el anterior, el ya habia acabado de vestirse, me puse de espaldas a el y retire mi pelo hacia delante.

¿Puedes abrocharmelo? dije, a decir verdad, con timidez.

Terminé de colocarme el atuendo, tendría que acabar de admitirlo alguna vez, aparentaba todo un monarca. Mi mirada se congeló un instante en la princesa, mientras se intercambiaba su vestuario y mostraba sus encantos durante unos cortos instantes, supe que, mi don de la discreción, se había quedado guardado en el baúl de Ariadne junto al traje de guardián.

Me acerqué lentamente hacía su posición y comencé a abrochar su vestido en silencio, retiré algun mechón de pelo que se había dejado aprovechando para acariciar un momento la parte alta de su espalda. No deberías despojarte de tu ropa con tanta facilidad cariño, me has hecho dudar de mi propio autocontrol. Confesé riendo en un susurro, mientras terminaba con los broches de su vestido y me sentía cada vez mas tentado a besarla de nuevo.

Cerre los ojos cuando me acaricio la espalda y una especie de escalofrio recorrio mi cuerpo, sonrei soltando una risilla cuando hizo el comentario despues, suspire.

Cuando acabo de abrocharme el vestido tire de sus manos y las coloque alrededor de mi cintura, abrazandome por la espalda, apoyando mi cabeza en su pecho, sin llegar a ver su cara.

En cuanto crucemos esa puerta, empezaran las complicaciones....augure, no queria salir de alli nunca, no queria que ese momento acabase jamas, habia tanto que hacer.....

Comprendí desde el principio sus augurios. Mis ojos escarlata se posaron ella, mostrando una ferviente tranquilidad como nunca antes, desde mi...nombramiento como Rey, aunque todavía fuera de una forma no oficial. Cogí sus manos y las sostuve un momento a la altura de mi cintura, aún sin apartar la mirada de ella. Las subí y llevé sus brazos sobre mis hombros rodeando mi cuello. La sonreí con ternura y mi mirada se desvió un momento al lienzo del baile, olvidándome de todo lo demás.
Comencé a bailar pausadamente con ella, intentando ralentizar el tiempo todavía más. ¿Crees que será peor que cientos y cientos de vampiros? cuestioné con un cariñoso sarcasmo. Bailamos, encargándome yo de guiarla durante un tiempo.

Más tarde me detuve y me despojé de mi corona, colocandola sobre su cabeza. Déjame comprobar algo... comencé, mientras retiraba un mechón de su rostro. Efectivamente... pero falta un pequeño detalle. Entonces acaricié su rostro y lo acerqué de nuevo al mio para besarla. Ahora sí... la reina perfecta. Dije separándome muy lentamente mientras la observaba.

Disfrute de aquel baile como si fuese el ultimo, nos moviamos a la par, sin musica, no nos hacia falta musica. Mucho peor, pero al menos estamos juntos para sobrellevarlo.

Suspire tras su beso y me solte de su cuello para colocarle denuevo su corona. No...,MI rey dije con una sonrisa para despues besarle lentamente yo a el Te..amo Ziven susurre centrando mis ojos en los suyos.

Hay demasiadas cosas qu deberia explicarte....seras un gran Rey.

Dirigi la mirada hacia los tomos inconscientemente y despues me pregunte donde habia dejado yo mi tiara.

Asentí ante sus palabras y correspondí a su beso. Yo también te amo Sela. Dije sonriendo mientras utilizaba ese diminutivo,creyendo que otorgaba un mayor... romanticismo a la situación. La miré a los ojos y afirmé sus nuevos augurios.
Lo seré. Y tú reinarás conmigo. Admití, con una cierta superioridad, pues estaba dispuesto a serlo. En ese momento, mi mente vaciló, entre los diálogos que habíamos tenido anteriormente y sonreí, al darme cuenta del verdadero sentido de la frase, "no puedo reinar sin ti" que había formulado hace relativamente poco. Dirigí mi mirada hacía la suya y la fijé en los instantes con curiosidad, mientras todavía la sostenía por la cintura. ¿Qué sucede? murmuré mientras nos acercábamos a los estantes.

Mire por el escritorio y a ambos lados No se donde he puesto mi tiara...confese Ah! Aqui dije hallandola tras un tomo enorme, observe en sus ojos la duda Son testimonios, es tradicion contar aqui cuanto pasa, para asi, aconsejar a futuros reyes y reinas y facilitar su mandato, aqui bajaba para obtener consejo de mis padres, por supuesto, ahora tambien te pertenecen a ti, tu llave....abri uno de los cajones buscandola hasta que encontre una cajita redonda con una flor de lis grabada mi padre la llevaba al cuello pero la podemos modificar le sonrei Tenemos que irnos Ziv.....hay mucho...muchisimo por hacer...pero, antes de irnos....busque una pluma y abri una carpeta que contenia algunos documentos oficiales, saque un certificado de matrimonio y lo rellene con nuestros nombres, tras firmarlo, le ofreci la pluma Nos faltaria un testigo.....ya me encargare de que el sacerdote afirme que estuvo presente....

Presté atención a su explicación, asintiendo casi a cada palabra, cogí mi llave de la cámara y la colgué al cuello, ocultándola bajo el traje de forma que no se pudiese adivinar su presencia, pues resguardaba algo realmente importante. Ya pensaría mas tarde que hacer con ella si lo consideraba pertinente. Cogí la pluma y estampé mi nombre al lado del suyo, poniendo aún más esmero y utilizando una caligrafía de aspecto antiguo, como la de cualquier Rey. Nuestro matrimonio ya era oficial, incluso a falta de un testigo. La miré interrogándola con la mirada sobre su encuentro con el sacerdote, y con una media sonrisa, preferí no preguntar sobre los métodos, después de todo si un humano religioso se cruzaba en su camino, iba a convertirse en algo inevitable. Listo Dije antes de besarla de nuevo, sellando el documento de nuevo de una forma aún más simbólica. Podemos irnos. Afirmé mientras volvía a guardarlo en aquella cajita que todavía reposaba sobre sus manos.

Suspire y necesite tomar su mano para salir de alli, nos quedaba un largo camino por recorrer aun.
No me gusta esta idea pero ahora conoceras algunos de los pasadizos que usaba antes para escaparme le sonrei Iremos desde esa puerta dije señalando una puerta totalmente diferente de la que habiamos entrado A la parte trasera de la sala de tronos, y desde ahi, a NUESTRA habitacion. Aquella otra da al almacen de la biblioteca. Y el resto de pasadizos......tendras que ganarte que te los cuente volvi a sonreirle picaramente.

Salimos de la cámara de la mano, así sería durante el resto del trayecto, la sostuve con confianza antes de dar el último paso y entonces tras atender a las explicaciones, nos internamos en los pasadizos, después de mirarla insinuante en respuesta a su última sonrisa.

-Así que te las ingeniabas por aquí para escapar, menuda forma de complicarme el trabajo... Dije riéndome en referencia a mi época de guardián, que ahora, parecía lejana pero a la vez tan próxima. Fui observando todo el camino, intercambiando miradas con Selanora y memorizándolo inconscientemente, mientras dejaba que ella me guiara.

Tras el proceso de mi coronación y siguiendo los consejos de la ahora oficialmente Reina de Albion, me dirigí hacía la cámara real, aquella que días antes había sido escenario de mi casamiento. Ahora tal y como mandaban las tradiciones, debía caligrafiar mi primer escrito en aquel gran libro legado de siglos y siglos de nobleza. Después de todo el tumulto de altos mandatarios, en su mayoría vampiros enmascarados, que había venido a presenciar el acto, debía comenzar con buen pie.

Así pues me dirigí a la Cámara Real y la abrí con la llave que se sostenía colgando en mi cuello. Posteriormente entré y me detuve un instante recapacitando sobre cuál de todos sería el libro que debía escoger, no me costó mucho averiguarlo, pues destacaba por unos detalles color dorado sobre el lomo, los cuales recordaba con exactitud.

El primer paso era sencillo,una vez cogí el libro, pude ver casi al instante el marcador que, destacaba la última página escrita, sólo tenía que abrirlo a partir de allí. Abrí, la encuadernación con cuidado y precisé en algunos detalles, que tuve tiempo de observar antes de posarme frente a la hoja en blanco. El formato del texto presentaba el nombre del rey en el margen superior izquierdo, acompañado de la fecha del escrito, En el centro y con gran esplendor, se podían observar en la mayoría de los ejemplos unas letras mayúsculas, de lo más voluptuosas y llamativas, parecido al título un encabezado para el texto.

Después de largos segundos de dudas e infravaloraciones hacía mi persona, cabe citar dichas, o más bien pensadas, por mi mismo comencé a escribir.

En el margen superior izquierdo coloqué con letra próxima al gótico algo similar a Ziven Moonblood, seguido de la fecha del día pertinente. No me apetecía pensar demasiado, ya había tenido suficientes vítores por hoy, me esperaba un buen dolor de cabeza. Suspiré y estampé un grácil "Mi coronación" en la parte central del escrito.

Ya he sido coronado, el peso de la corona reside ahora en mi cabeza... Las dificultades no tardaron en surgir, una sola linea y ya no sabía como continuar, deplorable. De nuevo la presión cayó sobre mí y una terrible fuerza de atracción casi gravitatoria me embargó, no pude evitar incluso con mis mayores esfuerzos, ojear algunas de las páginas del encuadernado.

Por desgracia, eran relatos en tiempos demasiado antiguos, no me servían de ayuda para mi presente, pasé los escritos con rapidez y mi visión ágil y perspicaz cuál líder cazador se detuvo, en una carta blanca firmada a nombre de Richard Moonblood, sellada con un broche rojo de cera, proveniente de su anillo, el mismo que descansaba ahora en mi mano.

Mi sentido de alerta se disparó, y nunca lo hacía sin razón alguna, el ambiente se crispó alrededor de ese sobre, dejándome sin otro remedio que, abrirlo para leerlo.

Querido amigo;

He pensado en la oferta que me hiciste a cambio de la paz de ese patetico trozo de tierra al que tu llamas pueblo. Como lider de mi estirpe, acepto el trato, tu me limpiaras las tierras que pestilentes y enfermos campesinos que solo piden pan y yo dejare de amenazar tu estado.

Atte: William

Las carta estaba fechada en 1650 ,el sobre en el que se guardaba estaba firmado por el rey, ese sobre blanco posteriormente sirvio como señal para los licantropos antes de que comenzase la masacre.

Pagina fechada: Abril de 1650

Acepte. Hice un trato con aquel despreciable chucho. Ya he dado la orden, los soldados estan dispuestos y tienen via libre de actuacion.
Ya no soy rey sino tirano.
Me he propuesto ir, tengo que ir, es lo menos que puedo hacer, quizas, el contemplar como se extinguen expie de algun modo mi ser. Lo observare todo hasta el final.
Ariadne no sabe nada, nadie sabe nada, nisiquiera los soldados. Para ellos, extinguiran una rama de peste, para el pueblo, los licantropos han atacado sin avisar arrasandolo todos, para mi esposa y mi hija Belmont fue atacado e, incluido yo, luchamos insaciablemente hasta que no quedo ni un soldado en pie.
Me siento sucio, estoy manchando mis manos, pero por el bien del resto, si, este sera el ultimo sacrificio.

Lo hice, y como prometi, observe hasta el final los incendios, saqueamientos y asesinatos, creo que alguno me reconocio entre la multitud, pero todos estan muertos, la paz ha comenzado para mi pueblo.

Junio 1651

Me siento estafado, mas bien estupido, no fui capaz de ver la traicion de William, confie en el, mate a mi pueblo, perdi tierras y soldados y ahora estoy perdiendo mi reino, los atentados son constantes, las amenazas cotidianas, he hecho llamar a mi fiel amigo Zennion, necesito que me acompañe en lo que sera una decision desesperada.
Quizas, si unimos los dos linajes, las dos razas, comenzara la paz y se uniran los reinos. He visto como William mira a Selanora.

He discutido con Zennion, pero al final ha accedido a acompañarme en lo que sera mi mision de paz, ofrecere a mi hija, el mayor tesoro de la corona como oferta de paz.
Voy a entregarle a William mi unica descendencia. Voy a dejar a Selanora en manos de William. Soy un monstruo.
No, no le hara daño, la desea,lo he visto en sus ojos, bajo las fronteras enemigas mi hija no correra peligro y unidos Vampiros y Licantropos Albion estara a salvo.

No le he dicho nada, le mentire, sera solo una mentira piadosa, la sacare de paseo por la ciudad y despues le presentare a William. Estoy desesperado.

Con letra inusualmente temblorosa para un vampiro

Zennion lo ha vuelto a hacer,me ha convencido, mi hija esta de regreso en casa, no ha tenido que pasar los las sucias manos de William. El viejo, ha tenido una corazonada, segun el ha visto algo en un mendigo neofito. Espero que no se equivoque.
Comenzaremos un entrenamiento intensivo y despues, poco a poco iremos formando un ejercito de vampiros conversos. El rey deberia ser mi viejo amigo en vez de yo, hasta que no lo pronuncio no habia pensado en la idea. Por suerte Ariadne sigue sin saber nada de mi crimen ni de el casi casamiento de Selanora.

Diciembre 1652

Ziven ha acabado hoy su formacion, y tenemos ya a unos doscientos iniciados, cada dia crece mas el numero Zennion esta haciendo un buen trabajo, Albion vuelve a tener paz. Por desgracia la paz sera un lujo no permitido para mi, tras la masacre de abril de 1650.

Mi incredulidad crecía con cada linea que dejaba atrás, era imposible, que todas esas palabras fueran ciertas. Belmont, mi pueblo, mi familia, mi vida. Muertos, aniquilados. Mi mano se tornó temblorosa y apreté la pluma contra el papel, sin escribir nada en particular y esclareciendo un pequeño borrón, Si alguien viera esto sería la prueba física de mi rabia. Cerré el libreto por mi escrito y deje el sobre cubriéndolo. No podía esperar más por mucho que quisiera descargar mi irá, si me quedaba aquí, Selanora acabaría descubriéndome. Sin más salí de la cámara y me dirigí a la biblioteca al encuentro con la reina. Maldito Bastardo...

Llegué a la cámara real, tras haber dejado pasar un lapsus de tiempo razonable, caminaba tranquilo con rostro duro y frío, esperando dentro de poco darme de cara con la Reina, la verdad, no me parecía correcto, y mucho menos me apetecía hacerlo pero no podía evitar mantenerme distante. Llegué a la sala circular, que daba entrada a la puerta dorada, proseguí hasta ella con gesto serio, cabizbajo, no me atrevía a mirarla directamente a los ojos, no me atrevía a vislumbrar en su cara, aquella dolorosa verdad que yo había desterrado, y por supuesto no me atrevía a adivinar, el hecho de que estuviera tratando de ocultar algo para subsanar la imagen de su padre, obligarla a enfrentarse a su propia realidad podía ser aún más doloroso.

¿Y bien Sela? Le pregunté con tono cercano, sin querer posicionarme a un lado ni a otro, manteniéndome justo en un punto neutro.

Mi cuerpo se tensó, al escuchar sus primeras palabras, conocía perfectamente ese tono de voz, y mis peores sospechas estaban ahora certificadas,sin embargo por muy claras que hubieran sido sus intenciones, ya me había convencido a mi mismo de que no sabía absolutamente nada sobre el asunto, había sido un mero espejismo, fruto de mi mente traicionera.

¿Estás segura? La miré directamente a los ojos, sin embargo, fue algo fugaz, no me atreví a mantener la mirada, debido a que la seguridad de que todo esto, desembocaría en un pozo al fondo de su alma, se me hacía cada vez más asumible.

-En el lugar dónde todo rey plasma su corazón en letras de tinta negra. Por un momento mi tono volvió a ser pesado, persuasivo, y seguro, cuál vampiro malvado que acecha a su presa, pero al instante supe que no debía continuar por ese camino.

Finalmente asentí ante sus palabras y las acepté en mi mente, recibiendo ahora el sentimiento de culpabilidad que había causado mi anterior reprimenda. -Perdóname Selanora, me he equivocado. Dije acariciando su rostro, y besando su otra mejilla. Mi mano no estaba ligera como una pluma, le costaba moverse de allí, estaba pesada, dejado un marcado camino de aspereza y dolor, que esperaba poder disimular mientras se alejaba de sus facciones, dispuesto a marcharme de allí.

[color=white][b]Se giro dispuesto a marcharse y yo agarre su mano. No pe podia creer lo que estaba haciendole....
Tire de el hacia mi levantandome y le bese, ese beso no era porque yo le perdonase a el,sino porque el me perdonase a mi, una cobarde.

Cerre el libro y lo guarde en la estanteria, junto al resto de cosas, despues, me enfrente de nuevo a sus ojos y agache la mira[/color]da [/b]
[color=violet]-Vamonos, no me encuentro bien, me duele la cabeza.[/color]

[b][color=white] Pronuncie con friealdad en una casi torpe maniobra para salir de alli cuanto antes, iria a dar un paseo por el jardin nada mas dejar los pasadizos, necesitaba pensar, discutir conmigo misma acerca de mis hechos.

Con mi pulgar, acaricie el dorso de su mano que, inconscientemente habia vuelto a tomar, necesitaba tantisimo s[/b]us brazos... [/color]

Besé sus labios con intensidad y cariño y después me separé cabizbajo, ocultándome de esa esfera de dolor, por saber de la situación que ella estaba pasando, la muerte, el asesinato de mis padres, pasaba ahora totalmente desaparecido, ya que ahora, me veía casi obligado a comportarme con normalidad. Después de todo había sido así todos estos siglos, su dolor se había visto amortiguado en mi armadura de guardián, prefería quedarme en la sombra y callar, antes de presenciar su completo desmoronamiento, lo mismo sucedía ahora, sólo que esta vez conocía realmente el camino que había seguido antes, la amaba.

Agarré su mano y la apreté sujetándola con fuerza. -Debes estar cansada cariño. Pronuncié cogiendo aire, con una media sonrisa en el rostro.

Comenzamos a caminar entre pasadizos y catacumbas, mientras ella seguía con los ojos fijos en el suelo, mientras yo la observaba y notaba todo el debate interior contra el que estaba luchando. Notaba como sus pasos se volvían inestables, diluyéndose y esparciéndose en el suelo cual si estuvieran formados por mero polvo. La sostuve por la cintura y la llevé contra mi pecho, apoyando mi mandíbula sobre su cabeza y encerrándola entre mis brazos. Princesa idiota... ninguna de las cosas de esa habitación puede hacer que deje de amarte. Me reí cariñosamente tratando de desterrar su apesadumbrado rostro.