Salón del trono

Me reí por lo bajo ante su comentario, podía aparentar que la escena me resultaba divertida, pero no era asi, me sentía derrotado y frustrado y por si eso no fuera suficiente, ahora tenía la posibilidad de tomar un trono y cargar con todo un reino a mis espaldas. Me quedé en el centro de la sala, justo al lado de la linea recta que marcaba la divisoria entre el trono y la puerta de salida, la evasión a todos mis problemas, la aceptación de que toda mi vida, no había sido más que una simple mentira.

-¿Sabes Selanora? Recuerdo a la perfección el día que subiste al trono, la inseguridad, el miedo en ti era evidente, no sabías que hacer, ni como reaccionar, tu mente únicamente se limitaba una y otra vez a repetir las palabras. "No sé gobernar". Todavía veo con exactitud el momento en el que suplicabas por desaparecer tras la muerte de tus padres, pero todavía no lo has hecho, no lo hiciste. Ahora mírame, apunto de tomar mi decisión más importante, ¿no resulta irónico? La situación es idéntica, yo no sé gobernar, no estoy capacitado para ello, y aunque aquella vez te convencí para que lo hicieras, ruego que no hagas lo mismo conmigo...

Desde el principio, me inculcaron unos ideales, me enseñaron todo tipo de auto control, movimientos de pelea y golpes mortales, solo para protegerte, convirtiéndome en un verdadero cazador capaz de enfrentarse a todo tipo de peligros y amenazas. ¿Pero fuera de eso, que hay? Nada, mi mente está vacía cuando tu desapareces de ella, solo hay cosas banales como el combate y la guerra, de verdad crees que puedo gobernar así? No estoy hecho para eso Princesa, no estoy preparado, para afrontar los conflictos que puedan surgir a base de fuerza, pero es lo único que se hacer, no hay nada más, al menos todo esto sirve para algo en caso de poder protegerte, fui adiestrado para concentrarme en ti, solo en tí, cuando ese elemento falla, todos mis esquemas, se van al traste. De nuevo levanté la mirada hacía ella repitiendo sus palabras de aquella vez de forma totalmente idéntica. -Yo, no puedo gobernar sin ti, por favor, no me pidas que lo haga. Dije notando la presencia de la debilidad por primera vez en mucho tiempo, era cierto. Simplemente, únicamente sabía combatir, mi existencia carecía de otro motivo que no fuera ella. Ahora era yo, el que se sentía un mero obstáculo.

¿Eran elucubraciones mias o las palabras de Ziven guardaban un trasfondo? Me gire callada y le observe alli postrado, era algo parecido al miedo lo que podia olerse en el, camine silenciosamente hasta el antiguo mueble y cogi el sello, la llave y mi corona.

Una vez cada dos meses me reunire con el consejo para tratar los asuntos del estado, la orden de un humano en el pasillo 3 cada dos dias sigue en pie. Protegeras a albion, y por consiguiente me protegeras indirectamente a mi. Esas son mis ordenes y esta conversacion se ha acabado.

Asentí ante sus nuevas palabras y mi rostro desencajado, comenzó a volver poco a poco a la normalidad,muy poco a poco. Mi cuerpo volvió a estar erguido y su presencia, de nuevo aparentaba ser lo suficientemente férrea, como para tratar de protegerla. La miré en silencio de nuevo y volví a acercarme a ella, permitiéndome el lujo de invadir, su pequeño espacio una vez más, sintiendo su proximidad, aquella que me hacía instaurarme en un remanso de paz, sabiendo que estaba segura.

Habíamos conseguido llegar a un acuerdo, otra vez, como muchas otras veces, incluso con ese carácter tan enérgico que atesoraba, siempre, siempre acababa siendo así. El miedo de mis ojos desapareció y mi voz recuperó su volumen natural, calmado y amable. La protegería indirectamente, eso estaba bien, al menos por el momento,desde su punto de vista, era mejor no seguir insistiendo aun teniendo la certeza de que haría lo imposible por protegerla de una forma... directa.

Sin embargo, había un factor muy extraño que me intrigaba, y no era precisamente el hecho de que Selanora fuera a beber de nuevo sangre humana, succionada directamente desde su yugular, ella habría sido más... sutil, pero después de todo era una vampira, los humanos eran una debilidad, para ella, para mi, para todos, unos nos controlábamos mejor, otros peor, pero bajo todo ese cúmulo de emociones, era mejor permitir que se desahogase, que se liberara de aquel pesar de su interior.

Pero... ¿Que hay en el pasillo tres Selanora? Había sido una orden muy imprecisa,demasiado general, desde cuando los humanos se torturaban en mitad del pasillo? Desde luego algo raro estaba sucediendo.

Nada que sea asunto tuyo dije con frialdad girandome sobre mis talones y dirigiendome hacia mi habitación para recoger algunas cosas antes de encerrarme en aquel lugar durante lo que seria, el resto de la eternidad.