Salón de Reuniones de la Guardia Real

Llegué al salón de reuniones, sabiendo lo que iba a acontecer en los próximos minutos, mis hombres ya me esperaban. Comencé a caminar de un extremo a otro de la habitación, mientras repasaba y asociaba sus nombres en relación a los rostros, esperando que ninguno estuviera ausente. Rápidamente hicieron una inesperada reverencia, y se arrodillaron cuál sumisos a mis ordenes. Por las expresiones de sus caras, pude comprender que mis ojos rubíes debían mostrarse imponentes entre la penumbra de la sala.

Les retiré la mirada y la posé en el suelo, hablando con calma y con mis manos en la espalda, mientras comenzaba a hablar con gran seguridad, adquiriendo mi particular tono de liderazgo, que muy pocas veces salía a la luz, otorgándome un oscuro y antisocial aspecto de vampiro.

-Muchos de vosotros, la mayoría quizás, ya debéis saber porque estáis aquí, otros os haréis una ligera idea, y los más novatos de vosotros, no tendrán conciencia alguna de lo que voy a decir. Pero tranquilos, por suerte hoy no tengo demasiadas ganas de meterme en líos asi que os lo diré.

]Los rumores de la existencia de un nuevo rey de Albion son ciertos, rigurosamente ciertos, tanto que mañana se celebrará la coronación, y como la ocasión lo requiere, nosotros, la guardia, debemos presentarnos con traje de gala, espero que tengáis a mano vuestros trajes, no me gustaría que me dejarais en ridículo, desprestigiando a las defensas de este reino.

Se trata de un gran acontecimiento, por supuesto, pero no debéis evadir vuestra condición, tendréis que estar preparados para la lucha,en cualquier momento sin excepción. ¿Entendido? Mi tono de voz se elevaba cada vez más por la sala, intentando que mi mandato llegase a todos los presentes de una forma clara y concisa, mientras los fulminaba con la mirada. Por suerte, nadie estaba cercano a estos pasillos, no podrían escucharme. Me rasqué el mentón intentando reorganizar mis ideas, quedándome pensativo.

-¿Y usted que hará señor? Musitó uno de los guardias,provocándome una distracción. -Yo permaneceré junto a los Reyes, esa es mi obligación. -¿Asi que, no vas a intervenir Ziven? Reformuló el soldado. -Trátame con respeto guardián. Espeté con seriedad, mientras me ponía frente a él mirándole fijamente. En ese acercamiento, miles de miradas volvieron a apuñalarme, en dirección a la mano, dónde portaba mi alianza, por suerte pude darme cuenta rápidamente, y retiré la mano cruzándome de brazos en un marcado aspaviento. -¿Es tu obligación, o ocultas algo más Ziven? Inquirió vacilante unos de mis soldados, no solía tener pelos en la lengua. -Cállate insolente. Dije acercándome a él velozmente, mientras le aniquilaba con la mirada, y mostraba mis puntiagudos colmillos. -Vamos cálmese líder... ¿no tenéis nada que ocultar verdad? Dijo curvando las comisuras de su boca intencionadamente. La situación me superaba, no comprendía como lo había logrado hasta ahora, pero estaba perdiendo los nervios rápidamente, sabía que estaba apunto de precipitarme, algo nada habitual en mi. Si nadie hacía nada íbamos a tener que lamentar unas desafortunadas perdidas.

Mis apresurados pasos se oían ya por los pasillos cercanos al salon de reuniones de la guardia, iba vestida con una de mis mejores galas -aunque no del color que yo queria, pero ya me cambiaria el vestido poco antes del evento-.
Cuando me encontraba por el principio del pasillo pude oir parte de la conversacion que se estaba dando lugar en aquella habitacion. Aprete los dientes, no tendria reparo alguno en mostrar abiertamente la nueva identidad de Ziven a sus hombres si seguian siendo tan insolentes, aprete un poco más el paso y abri las puertas de golpe, sin llamar, no tenia porque llamar a ninguna puerta que estuviese en mi propia casa.

¿Que pasa aqui? -Dije frenando en seco la conversacion de los presentes que automaticamente se alinearon y formaron, haciendo una reverencia, excepto Ziv.

Sus hombres espectantes fulmiraron con la mirada al ahora rey mientras yo los repasaba uno a uno intentando encontrar de quien procedia esa voz que habia escuchado antes dirigirse con tan poco respeto a Ziven.

Señor inclinese Susurraron algunos de sus hombres temerosos por mis habituales reacciones ante cualquier tipo de roptura del protocolo.

¡Callate! gruñi al guardian sin mostrar ningun tipo de miedo. Era casi comico que una sola chica pudiera gritar y rebajar tanto a un escuadron de hombres armados y letalmente entrenados que le sacaban casi dos cabezas, pero nadie osaba omitir ni un gruñidito ante la reina.

Gire mi cabeza y mi expresion muto casi al instante Te dejaste el guante Sonrei ante el constante asombro de los presentes.

Las voces comenzaron a elevarse sobre nosotros, con susurros, que extendían los rumores a gran velocidad entre los muros del castillo, aunque realmente no pudieran escapar de aquella sala. La miré directamente a los ojos buscando una forma de corresponder a su sonrisa, ya que mi rostro se mantenía calmado, aunque no podía ocultar una débil luz de preocupación, lo supe, justo en el momento que había atravesado el umbral de la puerta. No proseguí con mi reverencia, sabía perfectamente que ella, no lo quería así, aunque eso, hiciera los acontecimientos demasiado evidentes.

No os mováis ni un centímetro. Murmuré arisco, de espaldas a mis hombres. Seguidamente sorprendí a Sela, agarrándola del brazo y sacándola con suavidad al pasillo, cerrando la puerta detrás de nosotros. Una vez estuvimos fuera, la agarré de la mano y la llevé contra una pared, bloqueando el paso con mis brazos, ya que mis manos reposaban sobre la enlosada de piedra con cierta tensión. Aproximé su rostro al mio, dejando escasos centímetros entre su boca y la mía, todo nerviosismo desapareció, mi voz volvió a ser calmada, acompasada y llena de cariño, aún sin desterrar del todo la importancia de la situación.

-¿Que estás haciendo aquí? ¿Sabes lo arriesgado que es todo esto? Todavía no me he coronado. Pronuncié en serios, pero cariñosos susurros, obligándome a ocultar una sonrisa mientras la miraba, dejando de lado todo eso, me había encantado algo tan temerario.

Tuve que hacer un autentico esfuerzo por no besarle.

Aqui quien corona es la reina no? El resto solo es parafernalia, una manera de hacer creer a los miembros del consejo que su firma vale algo mas que la de las sirvientas.

Levante las cejas.

Fui yo quien te entrego el sello, ademas, he de recordarte que estas casado con una reina? Eso forzosamente te convierte en rey...

Baje el tono de voz a casi un imperceptible susurro.

...mi rey.

No hay nada que oficializar puesto que yo, y ahora tu y yo, somos la ley.

Al otro lado de la puerta se oian murmullos, muchos de ellos frustrados al captar una fragmentada conversacion que, al parecer, era bastante interesante.

Escuché atentamente sus palabras y sorprendente fui capaz de asimilarlas al instante. Me retracté de mi rigidez y regalé el beso que tanto ansiaba en ese momento, para liberar después una risita mientras me separaba.

-Esos idiotas, no serán capaces de averiguar nada. Indiqué con un divertido tono irónico, permitiéndome ahora sí una extensa sonrisa. -La ley... Repetí todavía observándola. -¿Eso suena muy impetuoso no crees? Sugerí curvando aún más mis labios.

Aún sin apartar mis brazos desvié con desgana y curiosidad, la vista hacía la puerta que murmuraba disgustada. Recapacité unos instantes, con una extraña chispa malévola en mi mirada y decidí.

-Ven conmigo. Volví a sorprenderla, llevándola de la mano hacía la sala, y empujando la puerta con la otra con un "leve" empujoncito qué, sonó más fuerte de lo necesario.

-Calmaos Guardianes. Ordené levantando la voz por encima de ellos. Tenía unos asuntos que resolver. Aclaré con una notoria picaresca en mi voz, aún con la reina de la mano, los murmullos, no tardaron en reaparecer.

Observé por un momento, a todos los presentes, poco a poco, reacciones que ya me esperaba, comenzaron a surgir.

Silencio! Ordené imitando a la Reina, mientras volvía a repasar con la mirada a cada uno de ellos. Me detuve a pensar en la forma que Selanora, había afrontado éste hecho, a decir verdad no me esperaba ese toque humorístico en algo tan condescendiente, pero después de todo, los miembros de la guardia, eran lo más próximo a la realeza del reino, dejando de lado los enrevesados temas políticos y burocráticos. -Eres demasiado altanera Selanora. Dije nombrándola por su nombre de manera irónica e impregnando la sala de una moderada relajación. De nuevo Cristoph, uno de mis mejores guardianes, pero el más dificil de controlar, volvió a salir al paso, sin haber olvidado que, perfectamente, en nuestra no muy lejana discusión anterior, podría haberlo hecho pedazos, a cada extremidad de su cuerpo. No dije nada y de nuevo decidí poner a prueba a mis hombres, siempre habían sido alborotadores, pero eso sí incondicionalmente leales.

Dí un paso hacía delante y la habitación enmudeció, viendome rodeado por un abanico de reverencias y guardianes que agachaban la cabeza y clavaban su rodilla en el suelo en señal de respeto. Odio repetirme, todos, menos Cristoph. Las habladurias comenzaban de nuevo acompañadas ahora por unas señales, procedente de los guardianes, que insistian en que su compañero, guardara el protocolo.

Le miré fijamente y me adentré en su ser durante unos instantes a tiempo de observar como desistía y con una leve negación de resignación se inclinaba ante mi.

-Bien, podéis marcharos, hay trabajo que hacer. Ordené otorgándoles libertad para abandonar la sala, mientras regresaba junto a Selanora y algunos empezaban ya a abandonar la reunión.

¿Cual es el nombre del rebelde? pregunte con curiosidad Me gusta su actitud...
me quede pensativa durante unos instantes

Solo faltan unas horas, deberias subir a ponerte tu autentico atuendo sonrei prestando mucha atencion a uno de los botones de su camisa mientras lo repasaba con el dedo
Despues de la coronacion y la reunion con el dichoso consejo mi dedo subio a sus labios Tendras que ir alli y relatar tus....impresiones acerca de tu primer dia como monarca me concentre en sus ojos y volvi a esbozar una sonrisa.

Estare en la biblioteca, recuerdas cual era la puerta que daba a ella ¿no? tras un leve asentimiento por su parte me acerque hasta casi besarle cuando mi rostro se volvio picaro justo antes de separarse bruscamente y, con una malvada sonrisa de "venganza" pronuncie:

Mi altaneria y yo tenemos que irnos a cambiarnos eres harapo pronuncie cogiendo un pliegue del vestido por un vestido lo suficientemente azul como para satisfacer nuestro ego. Te veo en la ceremonia.

Tas esto cerre la puerta y marche hacia nuestra habitacion.