Camara Real

El reloj de mi mente marcaba la hora de la hora de la comida, otra vez, otro día más, enviaría a otro de mis hombres, al pasillo tres con un humano en ristre, y que al poco tiempo de haberse ido, regresaba para confirmarme que la princesa había quedado satisfecha. Últimamente el trato de la guardia hacía su líder, era, como decirlo demasiado gentil, estaba otorgando demasiados días libres, y el único motivo que podía justificar éstos hechos, era mi continúa búsqueda de una distracción. Cuando el guardián abandonaba la sala y tras unos segundos de reflexión, me dirigía al pasillo tres con la esperanza de encontrar un aliento de vida de la princesa, lejos de las reuniones con el consejo, pero la decepción estaba siendo ya repetitiva, demasiadas puertas, y todas y cada una de ellas, cerradas.

Habían pasado ya varias semanas desde el establecimiento de aquella orden, que, muy a mi pesar, cumplía a rajatabla. Mi vida como vampiro era aburrida, monótona, nadie mejor que yo sabía eso,pero Selanora siempre le otorgaba un punto... diferente.
No sabría decir cuanto tiempo había transcurrido ya desde la última muestra de su carácter, desde su última orden, o simplemente, de sus descarriados alaridos contra las sirvientas del castillo. No es que resultara de mi agrado, hacerlo, pero me hubiera gustado ser capaz de fallar en algunas de mis misiones, solo por saber que me esperaba una buena reprimenda, en cuanto atravesara aquel portón con mi capa en vuelo. Sin duda, deseaba hacerlo, solo por llevarme una regañina, solo por algo, que ahora se me antojaba como placentero,poder discutir con ella.

Estaba demasiado inquieto, no podía limitarme únicamente a la protección de albion, necesitaba saber algo más.

Esperé al siguiente turno, una vez que el reloj hubiera resonado de nuevo en mi mente, para cargar de nuevo con un débil e ignorante humano. Me tome la libertad de relevar a uno de mis hombres, otorgándole como no, más horas libres, y resignandome a asentir ante aquella... patética y amplia sonrisa, que solían mostrar después de aquellas bienvenidas palabras. Sugerí a mis hombres que siguieran unas normas a la hora de cumplir con sus obligaciones, de forma que pudieran hacerlo más eficientemente. Llegué al pasillo tres y golpeé dos veces una de las varias puertas que se alojaban en aquella parte del castillo. Esa era la señal, su señal, ahora simplemente debía despedirme del humano y desearle la mejor de las suertes, o al menos eso era, lo que tenían ordenado mis guardianes. Pero evidentemente, yo no iba a rebajarme a eso.

Golpeé la puerta dos veces y dejé al humano reposar sobre el suelo, tal como estaba previsto, pero esta vez, no desaparecí. Tras un largo tiempo bebiendo sangre, estaría demasiado sedienta como para pensar en mi posible presencia, cuando saliera de su escondite y se abalanzara sobre el condenado... yo estaría ahí para verlo.

Estaba inmersa en un cuadro cuando oi la señal, muy amortiguada por la distancia.

Descalza y con un sencillo vestido de muselina celeste como atuendo, cogi la pulsera-llave de la camara y con dos horquillas, me sujete dos mechones de pelo, que, aunque fuese algo muy impropio, estaba suelto.

Y asi, sin joyas, zapatos o ropas recargadas cruce la camara real, abria la puerta y la cerre tras de mi, camine por un muy estrecho pasillito hasta llegar a otra puertecita, esta mucho mas pequeñita que se abria con la misma llave, la abri y empuje el cuado de mi padre para poder pasar, la volvi a cerrar y la oculte tras el cuadro, cruce esa habitacion en la que podian distinguirse tres puertas que mediante un caminito repleto de escaleras mohosas conducian, al almacen de la biblioteca, otra a la sala de tronos y la ultima a una habitacion del pasillo tres.

Con la ayuda de la misma llave utilizada anteriormente abri la ultima puerta, tras de mi la cerre e hice el ultimo tramo de camino con cierta prisa, podia percibir el olor del humano y la sed estaba haciendo de las suyas, atravese la ultima puerta, esta sin cerradura y fui hasta la que daba al famoso pasillo, la abri,y tras cerrarla me avalance sobre el muchacho.....¿o era muchacha? Nisiquiera habia podido pararme a distinguirlo.

Bebi durante un tiempo, hasta que aquel mortal se extinguio y entonces fui consciente de unos pies situados frente al cadaver y yo, tras alzar mi mirada, quede petrificada ante aquella presencia, despues, me puse en pie deprisa y, mientras intentaba adecentarme, la furia crecia en mi interior.

¿Que...coño...haces...aqui....guardian?

Como esperaba no tardé en comenzar a escuchar unos pasos en la parte más lejana del pasillo tres, se mostraban ansiosos, asi que debían ser los suyos. Traté de concentrarme y repasar el mapa del castillo, incrustado en mi mente,aquel que había conseguido forjar durante toda una eternidad. Exprimí, todos mis sentidos, más desarrollados que el resto de los vampiros presentes en aquel baluarte fortificado en forma de palacio e intenté localizar la dirección de la que provenían los pasos, pero entonces, mi mente se tornó borrosa, yo no conocía aquella parte del castillo, la princesa había encontrado un buen escondrijo desde el que ocultarse, pero estaba siendo poco precavida, pues estaba marcando inconscientemente un punto, desde el cuál empezar a buscar. Más tarde escuché un abrir y cerrar de puertas, del que no pude distinguir del todo su procedencia,todo ese traqueteo, marcaba su llegada, el reloj de cuco había marcado las doce en punto y ya estaba listo para salir, sin importar quién estuviera fuera esperando para observarle.

Esa fue la descripción perfecta de la escena, cegada por la sed se abalanzó contra su presa, puesto que ya había llegado su hora, sin esperar a quién estuviera observándola. Exactamente igual que un reloj de cuco. Me mantuve en silencio,mirándola sin articular palabra alguna, mis ojos escarlata ocultaron su luminosidad, tras el opaco cristal de mis gafas a la vez que escondía una sonrisa y escuchaba el eco de una carcajada en mi interior. ¿Que otro tipo de recibimiento podía esperar? Claramente, se encontraba delante de mi, de manera inconfundible, era ella.

-Hola Selanora. Advertí con un golpe seco, ya que seguramente no esperaba mi presencia, la miré fijamente con gesto serio y esperé a aquella reprimenda que tanto tiempo llevaba esperando.

Majestad para ti dije seria, jamas me hubiese creido que mis ojos agradecerian tanto volverlo a ver tan de cerca.

Enseguida fui consciente de mi atuendo y ocultando el horrible bochorno que sentia en ese momento exigi.

Dame tu capa, ahora.

mire con una mueca de asco al cadaver Llevate esto enseguida, que quieres, mas te vale que sea un asunto realmente importante porque no pienso perdonarte el inmediato destierro como hice la ultima vez. Prohibi terminantemente la permanencia en este pasillo y has desobedecido, otra vez.

Extendi una mano esperando que me entregase su capa, sorprendentemente no estaba gritando, quizas, se debiese a que no queria que el servicio, famoso por su insaciable curiosidad y su aficion por el cotilleo, apareciese de inmediato en aquel ala del castillo, quizas.....o simplemente quizas no queria gritarle, no podia gritarle, me costaba admitirlo, pero le habia echado de menos.

Discúlpeme Majestad. Argumenté ante su negativa con cierto tono irónico, pues aunque ahora mismo me lo exigía sabía perfectamente que le repugnaba que le recordaran sus deberes como Reina. Selanora apenas escondía secretos para mi. Baje la mirada y me despoje de mi característica capa, entregándosela, aquellos gestos, eran otra muestra de respeto como su guardián, pues su atuendo así lo gritaba ahora mismo. Una vez se cubrió le devolví la mirada. Mi cometido es protegerte Selanora. Lo necesitaba... dije terminando la frase en mi mente y respondiendo a su pregunta.

Estoy muy bien protegida en mi "exilio", vuelve a tu trabajo guardian. Me informaras de tus misiones en la proxima reunion del consejo.

Sabia que se avecinaba algo, me lo olia, llevaba tiempo temiendomelo, mi madre ya hablo conmigo acerca de lo que se avecinaria un dia, no la crei, no quise creerla, pero ella habia asegurado leerlo en mis ojos y tambien dijo haberlo advertido en los de Ziven.

No queria mencionar su nombre, asi lo...peonizaba...lo convertia en una pieza mas de las muchas que ocupaban el castillo, un simple peon para la todopoderosa reina.

Necesitaba la calida sonrrisa de madre y necesitaba la aprobacion de padre....los necesitaba tanto.

Haciendo acopio de toda mi fuerza de voluntad y sin cruzar ninguna mirada, ni tan siquiera una palabra avance hasta la puerta de la que habia salido, pero antes de abrirle, me gire.

Retirate.

No queria poner en peligro mi escondite.

Definitivamente la princesa escondía algo, ni siquiera perdió tiempo en una discusión, es más, me ordenaba que desapareciera de su vista con demasiada rapidez, se mostraba fría, como si nada estuviese sucediendo, pero yo podía advertir su inquietud.

Camino apresuradamente hacía una de las puertas y espero a que me marchara. Acatando sus ordenes así lo hice. Doble una esquina,y cuando hube caminado unos pasos, me vi obligado a detenerme me había olvidado mi capa. Me pegué contra la pared, desviando mi vista hacía la posición de Selanora, que se mantenía oculta a mis ojos. Permanecí atento y me movií rápidamente cuando escuche el resquicio de la puerta abriéndose, ella tenía demasiada prisa, cuando atravesó la puerta, cosa lógica, puesto que, no quería descubrir su escondite, gracias a eso, no espero a que la puerta se cerrara tras de ella y simplemente avanzó, olvidándose de un pequeño detalle. Me colé y con gran sigilo esperé a que avanzara unos pasos, para cerrar la puerta detrás de mi, justo el sonido que ella estaba esperando, el sonido que me permitiría de momento, pasar inadvertido. Todo esto me había dado una idea, jugaba con ventaja, pues cualquier rastro de mi presencia, lo asociaría a la capa, con la que ahora mismo se vestía.

Me agazapé, acechando a mi "presa" sin apartarle los ojos de encima, poniendo mis pies uno delante del otro como si estuviera caminando en la cuerda floja,lo que me hacía todavía mas silencioso. Esperé y mantuve las distancias, esperando que doblase una esquina, o simplemente tuviera una oportunidad, para planear mi siguiente movimiento.

Continué caminando, mientras la seguía muy de cerca, de pronto Selanora comenzó a sollozar, por un motivo que yo desconocía, viéndome obligado a luchar contra mis impulsos de guardián, su guardián, no era momento de dejarse ver Ziven, no ahora, ahorrarás muchas más lágrimas si dejas que estas ahora recorran su rostro. Delante de mi, se mostraba una estructura de piedra muy antigua, construida desde siglos inmemoriales, el castillo me estaba guiando por una especie de pasadizo.

Como todo lugar secreto, no poseía demasiada luz, ya que estaban lo suficientemente aislados del exterior, como para pasar desapercibido, únicamente iluminado por la débil luz de unas antorchas que parecían poseer un fuego tan eterno como nosotros los vampiros, y asediado, por diversas zonas en penumbra, que se fundían con mi ropaje oscuro, haciendo que me perdiera en la oscuridad y creando el camuflaje perfecto, mientras continuaba avanzando con sumo cuidado.

La próxima puerta parecía no tener cerradura, esperé en la sombra a que la abriera y de nuevo me interné en la habitación justo detrás de ella, sin hacer el más mínimo ruido. Más tarde llegamos a una sala algo más amplia, seguía sin perder de vista a la princesa que cada vez sollozaba con mayor intensidad. Casi podía asegurar que sus bien delimitadas manos de vampira, temblaban al intentar introducir la llave por la cerradura. Era momento de ser cauto, cualquier imprevisto podía hacer que aquella pulsera se precipitara al suelo, quizás obligándome a cambiar el destino de su atención, no podía arriesgarme.

Levante las manos hacia el cielo y desapareciendo casi como un espectro, me encarame en una viga de madera de las que sustentaban la antigua techumbre de forma horizontal. Avance unos pasos, agazapado y con los brazos en cruz, guardando el equilibrio, hasta llegar a una cornisa, que sobresalía lo suficiente como para poder conducir mis pasos por ella.

Giré definitivamente la esquina que me daba de bruces con la habitación y me escondí, detrás de una vieja y desgastada gárgola de piedra, que me ocultaba con sus alas. Gárgola que representaba la figura demoníaca de los vampiros y que apuntaba directamente con la mirada hacía la puerta de la llave, sometiéndola a vigilancia. Asome la cabeza una vez comenzó a entrar y cuando lo hizo, me deje caer desde lo alto, planeando y sin hacer el más mínimo ruido entrando también por la puerta.

Finalmente atravesé un nuevo pasillo y llegué hasta una sala central, llena de puertas que establecían conexiones en varias direcciones, presidida por el rey de Albion. Ella se había detenido.

-Así que esto es lo que ocultas Selanora. Dije observándola, lamentaba haber infringido su privacidad de esta manera tan drástica, pero su actitud en los últimos meses me había tenido realmente preocupado.

Por suerte no habia girado aun el cuadro de padre.

Has ido muy lejos Guardian dije negando con la cabeza, me apoye en una antigua mesa de madera y me lleve la mano a la frente, enconces comence a medio reirme amargamente ¿Como te atreves a desobedecer deliberadamente una orden y ademas internarte en las zonas privadas de mi casa? Esto es increible...¿con que absurda premisa me has seguido? Y no me vengas con la historia del guardian, estos son los pasillos mas seguros del planeta.

Solo yo sabia el alivio que habia sentido al verlo aparecer tras la puerta.

Madre ¿que debo hacer?, ¿que pensaria padre?

A veces pienso que abusas de la hospitalidad y la confianza que deposito el Rey sobre ti...estoy muy decepcionada.

Solo yo sabia que mentia.

Observé sus reacciones, hasta el momento no me había dado cuenta, o, no quería hacerlo, de que estaba usando un tono algo despectivo hacía mi, cosa que, por mucho carácter que tuviese, no acostumbraba a hacer, no conmigo. Incluso sabiendo que no era muy dada, a dar ciertas muestras de... cariño, varias veces se había atrevido, a mencionar mi diminutivo, quizás en contra de su voluntad, si, pero lo había hecho. La miré, mientras repasaba mis pensamientos rápidamente uno tras otro y la cuestionaba con la mirada a expensas de una respuesta. Sus palabras se agolpaban contra mi de forma verídica, tenía toda la razón había desobedecido y de forma deliberada como si únicamente lo primero no hubiera sido suficiente. Lo que la princesa no tenía en cuenta, era que ella misma estaba respondiendo a todas y cada una de sus inquietudes, terminaría por averiguar por qué la había seguido hasta allí. No era normal el aislamiento que había sufrido en los últimos tiempos, era verdad que Selanora, siempre se dejaba ver como una persona solitaria y que no necesitaba riqueza material, ni personal, ni nada ni a nadie, pues a su parecer, ya lo tenía todo y lo que no, lo había perdido para siempre, pero más bien era todo lo contrario. Dirigirse a mi de esa forma tan distante, esos sollozos en las catacumbas, esos eran realmente los motivos por los que yo ahora mismo me encontraba allí.

Todavía no decía nada, pase por alto sus palabras los primeros instantes y me dirigí al cuadro de su padre, quedándome frente a él y analizando los colores fríos y gélidos que destacaban sus ojos, ojos en los que yo buscaba una respuesta, o quizás un perdón por todo lo que acababa de hacer.

-Lamento tener que recurrir a mi condición de guardián de nuevo princesa, endureceré mi castigo si más tarde resulta necesario. Te he seguido por qué presumo que escondes algo, algo que no me produce, buenas sensaciones, aunque asumo que quizás pueda equivocarme. Creo saber lo que estás pensando en este mismo momento, dime que crees que diría tu padre, si hubiera violado todas estas reglas, las mismas que tu tanto aborreces y que te tienen atrapada, solo para proteger a su amada hija? Responde sinceramente por favor, ¿Realmente crees que pediría mi cabeza? Tanto para él, como para mí, había y hay algo mucho más importante que unas simples normas estrictas, escritas en pergaminos por unas dudosas creencias vigentes ya desde hace muchos siglos... Tú. ¿Decidme que es lo que pensáis vos alteza? Dije sometiéndome a ella, como el simple peón, que ahora mismo me trataba.

No tienes derecho a mencionar el nombre de mi padre y mucho menos para hablar por el, deberia destituirte y desterrarte..........madre, di a padre que me perdone, pero no aguanto mas, le amo, no puedo hacerlo.

Lo que esconda o no no es asunto tuyo......sal por esa puerta

En mi interior un profundo debate luchaba por ser resuelto, eran demasiados pensamientos encontrados, debia echarlo inmediatamente de la cudad, queria romper cualquier protocolo respecto a el......

Sal por esa puerta, vete...no era capaz de decir nada mas pues no queria hacerlo

Me marcharé de aquí si eso es lo que quieres, pero antes debes saber que no me interesa en absoluto, lo que esa puerta guarde tras de sí, no he llegado hasta aqui, para abrir esta cámara, esa no es la labor que se me encomendó,tampoco es mi voluntad hacerlo, tu padre, me ordenó protegerte y aquí estoy, sin condiciones, jamás las hubo, ni las habrá, tu y solo tú, puedes revocar esa orden... Deje la frase en el aire, poniendo en bandeja mi propia sentencia, mientras la miraba esperando una respuesta y dándome cuenta que todavía, no se había desecho de mi gabardina.

No quiero que me persigas por culpa de una estupida orden no quiero que estes conmigo porque te lo ordenaron en su dia......

Mire al suelo, no queria que se fuese, no poda echarle, habia demasiadas cartas sobre la mesa

Sus gestos y argumentos, me hicieron recapacitar,realmente estaba aquí por el único cumplimiento de una directriz. Me deshice de mis gafas, mostrando una vez más mis ojos escarlata, que siempre eran preludio de sinceridad y ella lo sabía. Cuando bajo la mirada me apresuré a llamar su atención hacía mi, con los monóculos ya en el suelo de la cámara.

-¿Por que continuas apelando a las ordenes después de todo Selanora? Ya deberían de haberme ejecutado bajo esa condición, no solo he llegado hasta aquí, llevo desobedeciendo tus palabras desde que entraste a este lugar, con todo esto, ya he pasado por alto la primera de la ordenes, en muchas ocasiones además, si es cierto lo que dices, no tengo salvación, pero eso será minúsculo mientras tú sigas reinando. Dije con tono calmado, sin apartarle la mirada.

Alce la vista inmediatamente en cuanto escuche el sonidos de sus gafas al caer al suelo, le escuche sin querer hacerlo.

Callate Ziv...dije sin fuerza en la voz, me habia rendido, iba a dejarme llevar por la corriente, eran muchos siglos actuando, estaba cansada de eso Tu sitio esta arriba, en el jardin, con el resto de la guardia menti mas a mi que a el

No pude evitar mostrar una ligera sonrisa al escuchar ese nombre que solo ella conseguía pronunciar con tal peculiaridad. Pero esta sonrisa se apagó rápidamente para concentrarse en su rostro, sin fuerzas, al igual que su voz, toda esta discusión parecía estar sobrepasándola. Sin mediar palabra, aparecí ante ella y la sujeté bajo la cintura, permitiendo así que su cuerpo se desplomara contra el mio. Ya era hora de dejar atrás las composturas. Baje la mirada hacía ella, buscando sus ojos mientras la sujetaba y hablé de nuevo con calma. La guardia sabe cuidarse sola, creo que puedo confiar en ellos. Dije con cierto ápice sarcástico. Mi sitio está, dónde tú estés, Sela. Sentencié, mientras la dejaba reposar, esperando, alguna respuesta por su parte.

Sinceramente, con miedo a las consecuencias, alce la cabeza lentamente para encontrarse con esosojos que tenian el don de taladrarte dejando al descubierto hasta el mas profundo secreto de tu alma.

No Ziv no...dije en tono de suplica, necesitaba ese abrazo, necesitaba estar tan proxima a el Hay unos sitios...cada cual tiene el suyo.......hay demasiado en contra..... mi subsconciente no paraba de gritarme que me callase

Subí mis manos, hasta sus brazos y los sostuve con firmeza, proporcionándole así la fuerza que necesitaba en esos momentos.
-No tengas miedo... estoy aquí. La miré de nuevo esperando una respuesta, pero en contra de todo pronóstico fui atraído por vórtice creado en mi mente y siendo transportado a un tiempo y espacio paralelo.

Bien Ziven, has llegado a la fase final de tu entrenamiento, ahora solo te queda una cosa por saber, la más importante de todas, tenla siempre muy presente, tú éxito como guardián y en consecuencia, Albion, dependen de ello.

Asentí sin rechistar ante la petición de mi maestro Zennion y le estimulé para que continuara exponiendo sus condiciones. -Haré lo que sea. Respondí. El líder guardián me miró confiado y se dispuso a proseguir. Por la seguridad de Albion y por la de Selanora, debes jurar que, una eternidad junto a ella no te obligará a desarrollar ningún tipo de sentimiento afectivo, más allá de una simple amistad. En aquel momento desconocía el motivo, pero aquellas palabras me estaban resultando horrendamente dolorosas. El vampiro frente a mi, no tardó en apercibirse de mi rostro totalmente confuso y desencajado y procuró darme las explicaciones correctas para cerciorarme sobre mi mandato. No dudes aprendiz, insistió, no debes dudar bajo ningún concepto. Ambos sabemos lo que te concierne, no podemos involucrar a la princesa con un simple mendigo, imagina lo que eso podría conllevar, las altas esferas e incluso el pueblo, podría ponerse en nuestra contra y crear revueltas para derrocar el reinado de los Moonblood, eso la pondría en peligro y en tal caso, estarías desobedeciendo, sin olvidar que eres un converso. Dedícate a ser su guardián, nada más, así y solo así estarás cumpliendo con lo establecido. Lo has entendido Ziven?

En ese momento, la Reina Ariadne hizo acto de presencia, ninguno de los dos nos habíamos dado cuenta de su llegada y sin duda, se mostraba intrigada por la pregunta que se acababa de formular. Me giré y la miré un momento con la intención de ofrecerle mi respeto en una reverencia. Parecía estar apunto de balbucear unas palabras, pero se detuvo y su gesto se tornó rígido y erguido. Me miró de forma profunda aunque inexpresiva, mientras sus ojos adquirían un ligero brillo de sorpresa.

Me apartó la mirada de forma brusca, llevándola a un punto indeterminado y posandola rápidamente en Zennion. Tengo que hablar contigo... Dijo al fin... A solas. Terminó fulminándome con la mirada. Repasé a mis superiores con la mirada por última vez. Mi hija te reclama. Continuó con un claro tono de excusa. Se llevó a Zennion, como guardián personal, a un lugar apartado y esperó. Desaparecí de allí... sin hacer el juramento pertinente.

Más tarde me encontraba ya deambulando, por los extensos pasillos del castillo, sin escatimar tiempo, me dirigí hacía los aposentos de la futura soberana. Llamé a la puerta y avancé sin esperar una respuesta. Me has mandado llamar,Princesa? Dije con un pie dentro de la habitación. Muy lejos de lo esperado, no expresó todo su carácter aquella vez, se dedicó a tapar de forma furtiva y precipitada una especie de lienzo, detrás de un telar blanco. Ella no dijo nada,ni tan si quiera cuando me aproximaba, simplemente y por alguna razón, quiso que me mantuviera a su lado en silencio. A decir verdad la curiosidad me carcomía, pero mis ideales de guardián, estaban muy arraigados, no creía oportuno preguntar si ella no lo aventuraba.

Fue entonces cuando regresé a la realidad, seguía concentrado en sus ojos, todo este tiempo habían estado ahí, todo este tiempo había estado ahí y no había querido, o no había sido capaz de admitirlo. Mi mano se posó en su rostro y sin saber muy bien por qué la observé en silencio a expensas de su reacción. El día del juramento y todas las advertencias por parte de Zennion, revoloteaban una y otra vez en mi cabeza, quizás la ponía en peligro, quizás hasta incluso me equivocaba, pero, bajo esas circunstancias, era la mejor forma de demostrar que jamás la abandonaría, incluso sin atenerme a las ordenes impuestas. Acaricié su rostro de nuevo, mientras las advertencias de Zennion retumbaban cada vez a una mayor intensidad en mi cabeza, pero ahora, ya no podía retroceder.

Perdóname... Selanora... supliqué en un suspiro justo antes de besarla de forma inesperada.

A pesar de lo vulnerable y pequeñita que me sentia al estar tan proxima a el, tuve la suficiente lucidez comopara advertir que estaba pensativo, Ziven se hallaba inmerso en una serie de pensamientos que revolvieron mi curiosidad, sin embargo, no dije nada, pues no podia hablar.

Tras salir de su ensoñacion, y estoy segura de eso porque sus ojos pasaron de distantes a incandescentes, me beso. No fui consciente de ello hasta que no pasaron, ¿cuanto? ¿dos segundos? No lo se...

Deberia protestar, deberia separarme de el y reprimirle, pero sinceramente no era la primera vez que Ziven me besaba, al menos no en mi imaginacion.

Tras un intervalo de tiempo que despues califique como efímero, me separe de el para observarle con el ceño fruncido, pensativa. Si, quizas en este mismo instante, en esta habitacion no habia ndie, pero este era un hecho que no podia pasar como si nada y se darian cuenta, todos se darian cuenta.

Apoye mi cabeza en su pecho, necesitaba su proteccion, nada mas de pensar lo enrevesadas que serian las cosas....

Mire de reojo el cuadro de mi padre y le suplique una vez mas que me perdonase, pero el tiempo es muy largo y los sentimientos debiles, el rio siempre volveria a su cauce por mucho que yo intentase desbordarlo, no se puede luchar con una fuerza de indole mayor como es el amor.

Tenia mucho en lo que reflexionar, solo habia un modo de que pudiese amarlo sin estar bajo la presion de la critica, pero hace unas semana el mismo habia dicho que no queria reinar.

Soy la soberana de Albion.....por una vez podria hacer lo que me de la gana.....por una vez papa.....

No me pidas perdon, ya no tiene remedio susurre antes de ponerme de puntillas para alcanzar a besarle yo a el, no pude evitar soltar una risa infantil ante su atonita expresion.

Expresion bastante justificada ya que, yo misma reconocia que mi comportamiento en esos instantes era totalmente dispar respecto a mi habitual caracter, y mas con un guardian y...mucha mas con Ziven, a pesar de la confianza propia de siglos de convivencia y lealtad, jamas habia enseñado mis dientes si no era en un gruñido.

La abracé, cuando recostó su cabeza sobre mi pecho, suspiré y esperé en silencio. Las dudas ya habían desaparecido y mi mayor preocupación, todavía seguía presente, allí junto a mi. No tendría que cesar en protegerla jamás. Era capaz de relacionar, todas las cuestiones que pasaban por su cabeza, los pros y los contras de ese beso tan reciente y los problemas que conllevaría que la noticia se expandiera. Pero eso ahora ya no importaba, lucharía contra Albion en su totalidad, si fuera necesario, me enfrentaría a mis peores temores por ella, solo por ella.

De pronto sentí como una presencia ajena a nuestros ojos, se hubiera presentado en la sala, el cuadro del Rey reclamaba mi atención a la par que los pensamientos de Selanora se sucedían. Lo miré fijamente mientras un cierto nerviosismo recorría mi cuerpo y me sometía a su juicio. Tras unos segundos esperando una respuesta, que, por lógica no logré obtener, baje la mirada hacía la princesa con una medía sonrisa, fue entonces cuando formulé mi propio juramento, juré que me aceptaría definitivamente como... el verdadero guardián de su pequeña hija, en los dos sentidos que ahora esas palabras habían terminado por adquirir.

Supe perfectamente lo que Selanora seguía sopesando en su mente, sobre las consecuencias de mi último gesto.
Me reí en un susurro ante su risa infantil y quise hacer que se olvidara de todo aquello por el momento, ahora teníamos mejores cosas en las que pensar. -Así que este es el motivo, por el que todavía portas mi capa... Dije aun riendo, mientras la examinaba de nuevo.

Me reí levemente cuando empezó a huir. Supongo que como es tuya, tendré que pedir permiso para que me la devuelvas, alteza.
Sabía lo poco que le gustaban todas esas palabras, pero mis bromas se habían convertido en parte de un juego que ella misma había comenzado. Me mantuve firme sin perderla de vista, ni un instante, aunque ciertamente no la estuviera observando durante su atrevido intento de escape.

Aparecí ante ella a una velocidad inquebrantable, sonreí ampliamente mientras la rodeaba por la cintura y volvía a depositar, una mano en su esculpido rostro marmóreo. Dame mi capa Sela. Ordené yo esta vez cariñosamente en un susurro mientras la miraba. Era la primera vez, en tantos años, tantos siglos, que Selanora podía disfrutar de mis, según decían, talentosas habilidades. Ni tan si quiera en aquella fatal noche, se las mostré, aun recordaba mi incesante lucha contra cientos y cientos de vampiro, tras las puertas que daban a la sala del trono. Desde siempre había querido que viera en mi, una figura en la que poder cobijarse, protegerse, un guardián, y no, a mi entender, en un monstruoso cazador de la noche. Aquellas habilidades, en las que me había adiestrado, únicamente y con el único propósito de mantenerla con vida.

Eres rapido observe sonriendo, me acerque levemente a sus labios con la presunta intencion de besarlos, pero cuando estos apeñas se rozaron me esfume literalmente para esconderme tras un enorme Hercules de marmol que estaba a la izquierda de la puerta que daba a la sala de tronos, trate de no reirme para que no me descubriese.

He sido lo suficientemente rapida, seguro que no tiene ni idea de donde estoy...

Observe con una sonrisa su reaccion tras la estatua.