Camara Real

Tenía que reconocer que había sido mas que astuta en su maniobra, había conseguido dejarme con... la guardia baja con ese gesto, pero iba a lamentar no haberme besado cuando había tenido la oportunidad. Me planté inmóvil en mitad de la sala fingiendo desconcierto y confusión. Esto iba a resultar divertido, pues conocía perfectamente su localización,su olor la delataba,y además el hércules, que había era el lugar menos indicado, para ocultarse, demasiado llamativo.

-Selanora, deja de esconderte. Dije ocultando perfectamente mi tono irónico. Si no lo haces, tendré que continuar buscándote, a no ser claro, que quieras... intercambiar tú capa. Me puse intencionadamente de espaldas a la estatua y de nuevo, fingí estar repasando la habitación con la mirada.

Tuve que moderme el labio para evitar que se me escapase una risilla, estaba realmente mono repasando con la mirada el lugar, levante una ceja cuando menciono el intercambio y estuve tentada a preguntar en voz alta peropreferi mantenerme callada para preservar mi escondite.

¿Intercambiar?...¿Por que?....

Practicamente respondiendo a mis pensamientos alzo mi pulsera y yo, instintivamente me mire la muñeca, si, efectivamente era mi pulsera la que tintineaba alli.

Por un instante temi por mi llave, pero, de todos modos, la puerta que mas me interesaba mantener cerrada estaba oculta, asi que el temor desaparecio.

Continue callada, no iba a intercambiar nada a no ser que fuese "por la fuerza".

Examinaba aquella habitación cuadrada, con cierto recelo caminando continuamente en circulo y murmurando su nombre en mi mente cada vez que pasaba sobre los,aunque escasos, posibles puntos ciegos de aquella sala, aún sabiendo, que no estaría allí. Yo seguía caminando, pero mi mente se detenía bastante a menudo, pensando en lo bonita que era era la imagen de Selanora, sumida absolutamente en su pequeña ignorancia, allí, oculta detrás de la esbelta figura, esperando, o no, que la sorprendieran con un beso robado.

Me sentí tentado a revelar el escondrijo, imaginándome ese rubor, que jamás invadiría sus mejillas, siendo incapaz de mantenerme la mirada por un segundo y aquella risilla infantil, que delatarían sus travesuras una vez hubieran sido descubiertas.
Tuve que voltearme a sus espaldas de nuevo, pues aquella visión impregnada en mi cabeza, estaba provocando delicias en mi interior,obligándome a mostrar una sonrisa descaradamente tierna, que sentí la necesidad de esconder, quizás por tener presente aquella posibilidad tan,tan remota, de ruborizarme yo también.

Cuando ya me había recuperado del repentino viaje a las fantasías humanas con la princesa me decidí a proseguir con mi búsqueda, estuve otro largo tiempo revoloteando por la habitación, con aquella confusión fingida, comprendí que ya estaba siendo demasiado repetitivo y que pronto se me acabarían las ideas, sobre aquellos escondites improvisados de todo tipo,terminando con el... romanticismo que había provocado aquel jueguecito. Descubriéndome ahora a mi mismo, e inspirándole a la princesa una decepción consigo misma y seguramente también conmigo, al darse cuenta de que yo, sabía desde el principio dónde se encontraba.

No iba a permitir algo así,pues conocía perfectamente a mi protegida, conceder de vez en cuando algún capricho y poder observar con una mezcla de felicidad y ternura, como se sentía orgullosa en de si misma, sin tener realmente motivo justificado. Eso, formaba también parte de mi legado como guardián. Así que me decidí a utilizar la última baza que me quedaba, por muy costoso que pudiera resultar. Exageré mis facciones llenas de confusión y exhalé un suspiro que expresaba mi rendición.

Finalmente volteé el cuadro de su padre, buscándola tras el, con una serie de aspavientos que seguramente provocarían mas de una carcajada. Fue entonces cuando mi guardia se activó de nuevo, pues pude ver algo realmente extraño en la pared, una baldosa hasta ahora oculta sobresalía con cierto relieve sobre el resto, denotando así como una especie de profundidad, que ejemplificaba perfectamente la posible existencia de un mecanismo. Dudé un momento y acaricié la superficie tanteandola con mis dedos, si era una trampa era mejor que Selanora se quedara resguardada allí donde estaba. La empujé y todo comenzó a zarandearse, tal como esperaba, me concentré en busca de algún imprevisto próximo, pero Selanora, casi al unisono, salio de su escondite y comenzó a correr hacía mi, parecía estar balbuceando algo, a lo que no presté atención. Estaba preciosa correteando danzante con mi capa, con... su capa. Me giré y la sonreí con aspecto triunfante, mientras tanto a mi espaldas un trozo de aquella pared de piedra se desencajaba del resto, cual pieza de un puzzle y actuaba de puerta corrediza, dejando ver una nueva obertura en aquel lugar, mientras levantaba leves rastros de polvo.

¡Dame la llave! gritaba dando pequeños saltitos, yo lo tomé como una segunda entrega de aquel juego que habíamos comenzado y me negué bromista, solo por verla saltar de nuevo de una forma tan sutil, la escena se repitió varias veces entre risas y gritos, hasta que se abalanzó sobre mi, estirando el brazo para alcanzar su llave. La abracé y continué riendo ante su carácter incansable, cuando inexplicablemente mi mirada se desvió de forma repentina frenando mi carcajada y posandose, sobre la puerta de una cámara, con una cerradura envuelta en oro y diría que, con una forma única, que casualmente encajaba con la de la llave. Mi gesto se tornó serio, le entregué su llave y la deposité con cuidado sobre el suelo perplejo ante lo que acababa de presenciar. Como sucedía en muy muy raras veces, sentí miedo y me vi obligado a retroceder unos pasos, alejándome levemente de ella, todavía sin saber como reaccionar, mientras la habitación, se me hacía cada vez más grande y me engullía poco a poco.

-¿Que es todo esto Selanora? Pregunté con dificultad y voz entrecortada, tratando de recobrar la compostura.

No podia creerme lo que estaba sucediendo ante mis ojos. Tanto que tarde en reaccionar

Pero ¿Quien demonios busca a alguien detras de un cuadro?

Sali con rapidez de mi escondite e intente alcanzar la llave a saltitos, la hubises cogido de manera mas rapida y eficaz si no estuviese desedperada porque Ziven no descubriese la puerta que se estaba abriendo paso tras la pared.

Sus palabras me sonaron a reprimenda y enseguida agache la cabeza, pero, tras unos segundos le mire

Yo no estoy escondiendo nada que no debiese esconder, la camara real es un secreto de la familia que se muestra de rey a rey.....

Es.....me mordisquee el labio pensando si contarselo o no Es la camara real, la autentica camara real, no la que tu conoces dije orgullosa, al fin y al cabo la reina aqui era yo

En realidad me sentia muy mal, no por sacar mi caracter con el, ya lo habia hecho mas de una vez si no por nocontarle eso, por ocultarle algo....

Comencé a recuperar la compostura,acepté sus alegatos y volví a avanzar unos pasos a su lado.

¿Y que hay en esa cámara? Respondí con calma, algo decaído,concentrándome en la entrada, para después mirarla de nuevo con aspecto comprensivo.

Aunque se trataba de una pregunta mas que evidente en esta situacion, no me la esperaba.

Juguetee con la llave pensativa en mis manos, no podia desvelar algo tan importante solo porque estuviese enamorada de el, la camara exigia cmpromiso, yo misma no supe de su existencia hasta mi mayoria de edad.

Su rostro mostraba comprension pero sabia que si le negaba una respuesta veria la decepcion en el, entonces, decidi otorgarle a el el poder de descubrir o no que habia en aquel lugar.

Eso es algo que solo los monarcas de Albion pueden conocer. Dije clavando mis ojos en los suyos, escudriñandole, en busca de sus verdaderas intenciones, no era la primera vez que alguien se "enamoraba" de la princesa con el unico fin de obtener poder, precisamente por eso era una reina que gobernaba sola, al no existir el puesto del rey.

La miré e intente adivinar lo que trataba de decirme, podía notar su malestar por haberme negado aquel secreto, todos estos siglos, quizás en un principio me hubiese molestado, por haber sido siempre, alguien en quién pudiera confiar, pero recapacitando sobre la situación, las leyes y protocolos jamás se lo habrían permitido, y, poner en riesgos estos ideales, podría ocasionar ponerla en peligro.

Tras ese pequeño análisis, me agaché y la besé echando por tierra todas sus preocupaciones, desterrando ese malestar, ocultar ese lugar incluso a mis ojos, era algo que debía hacerse, por su propio bienestar.

-Así que... solo los monarcas, pueden atravesar esa puerta... Con esas palabras me induje a pensar, en tal caso, esa cámara jamás volvería a ser abierta, pues la princesa, acostumbraba a concentrar toda su potestad en una única persona: ella misma.

Le retiré la mirada y me quedé pensativo un instante, después le devolví la mirada y enfrenté mis ojos decididos a los suyos.

Y dime, ¿lo que se esconde detrás de ella, es importante para ti? Pregunté con una cierta seriedad, debido a la importancia de la pregunta, sin retirarle la mirada.

Su beso me tranquilizo despejando algunas de mis preocupaciones, no entendia su comentario, el no queria ser rey, yo misma le habia oido decirlo.

Asenti a su pregunta y sin apartarle la mirada dije:

Todo lo que yo soy, se encuentra ahi dentro dije con menos fuerza en la voz de la que crei que saldria con esa frase.

Volví a mirarla ante esa flaqueza momentánea, la rodeé por la cintura y la aproximé a mi, en silencio, examinando yo ahora su rostro. Aprovechando aquel instante en el que el tiempo se detuvo, aproveché para hacerme con la llave, después me separe de ella, dejando ver parte de una ligera sonrisa. Me aproximé a paso firme hacía la cámara, dispuesto a desvelar los más grandes secretos de Selanora, pues, siempre había deseado hacerlo, a mi parecer, esa era la meta, que mi condición de guardián. perseguía, protegerla, cuidarla en todos y cada uno de los aspectos. Solo así podría otorgar algo de felicidad a su existencia, cosa que, aunque bajo su desconocimiento, desde el dia del "no juramento" se había convertido en lo primordial para mi.

Le dí la espalda durante unos minutos e introduje la llave en la cerradura, la giré una vez y escuché el eco de la responsabilidad, merodeando por la habitación, todavía quedaba una vuelta más. Sostuve la llave con firmeza y pregunté a mis espaldas. ¿Confías en mi? Había hecho esa pregunta miles de veces, y aunque ella no era muy dada a demostrarlo, siempre había creído obtener una respuesta afirmativa, más ante este gran paso, necesitaba que lo confirmara de nuevo.

Cuando la puerta se abrió, me quedé unos instantes casi literalmente congelado, no porque estuviera dudando de mi última acción en absoluto, simplemente que incluso a mi, el mejor guardián del castillo, me intimidaba, aquella sala con todo un reinado entre sus paredes. Di un paso decidido a su interior, me acerqué a Selanora y entrelacé su mano con la mía, habíamos dado este paso, juntos. Tiré de ella con suavidad y la puse a mi lado, retirando su presencia frente a los cuadros, y retirando el lino que los cubría. Los observé sin decir nada, la mayoría eran escenas de mis entrenamientos, fue una sorpresa para mi, tras tantos siglos con ella, jamás hubiese esperado, que ocultara esto, tras aquella fachada de frialdad y responsabilidad, siempre había querido creer que me apreciaba, pero comprobarlo por mi mismo, de una forma tan directa, fue algo que me desbordó, creando una sensación inigualable para mi, tanto que, de forma ajena a mi control, mi mano apretó levemente la suya, símbolo de mi... perfecta incredulidad, jamás habría pensado que hiciera eso en sus ratos libres. Pero hubo uno que llamó especialmente mi atención,sin acabar representaba la escena del baile, dos bailarines, en el centro rodeados de gente que se mostraban totalmente ajenos al encuentro, estando dibujadas de forma borrosa, justo al contrario que las dos figuras principales, ella y yo. No pude evitar girarme y sonreír, llevando una mano a su rostro y acariciándolo. Princesa idiota... susurré antes de que mi mirada se posara en otro lienzo totalmente lejos de mis pronósticos, si es que realmente, podía haber hecho alguno. La llevé rápidamente hacía él y me vi tentado a acariciarlo y repasarlo con mis dedos, pero no lo hice, pues no quería estropear la pintura, aquella pintura, que expresaba mi tortura en los primeros meses como vampiro, por algún motivo, había ansiado protegerla desde el principio, su rechazo me mataba, y recuerdo como trataba de cumplir con mis ordenes al máximo con el único deseo de que algún día eso pudiera cambiar, era el motivo, por el que me obligaba a permanecer vivo, aunque en diversas luchas hubiera sido mejor, dejar que me dieran muerte.

-Pero... aquel día... tú me odiabas... Dije sin poder ocultar los sentimientos que ese cuadro me transmitía, ahora si estaba confuso, pues no sabía por qué, se había empeñado en recordarlo.

Di un paso mas hacia mi cuadro favorito, era en el que mas esmero habia puesto y el que mas intentos me habia costado reflejar mis sentimientos.

Pase mis dedos por encima de los ojos de aquel guardian aturdido y despues pose mi otra mano en la cara de Ziven, sus ojos se habian tornado rojos pero seguian hipnotizandome de aquella forma tan intimidadora.

Me enamore de ellos...confese posando mi mirada en ambas direcciones simultaneamente Por eso exprese repulsion hacia ti, fingir que te odiaba era la unica manera de no cruzar la linea que habia dibujado mi padre durante tantos años con su educacion tan......peculiar...pero no puedo fingir mas...no soy tan buena actriz

Sonreí, ante sus confesiones y me quedé observándola unos segundos, haciendo que enfrentara de nuevo a esos ojos. Solté un momento su mano y suspiré retirándole la mirada y comenzando y caminar entre la habitación, estanterías... compuestas de cientos de libros, diseños cartográficos, e incluso armas, propias de los Moonblood, que habían quedado, anclados a la historia. Observé al frente y pude ver algo que me sorprendió. Es la corona de tu padre... Dije al aire, no quise darle demasiada importancia, quizás no le apetecía, sumergirse en su recuerdo de nuevo. Me acerqué al pilar y deslice, mi mano por el, sin llegar a tocar aquel objeto. No me atrevía a mirarla directamente, por el simple hecho de a quién había pertenecido. Caminaba mirando al suelo, por lo que a su lado, pude descubrir un cofre de oro, cuya cerradura dibujaba una M, incrustada en brillantes, precedida por una inscripción que rezaba: Ariadna. Me puse de rodillas frente a él, preguntando a Selanora con la mirada si sabía de que se trataba. Esperé respuesta e introduje dos de mis dedos, por las hendiduras de aquella letra mayúscula, tirando mas tarde hacía afuera, desencajandola y abriendo la cerradura.

Abrí el cofre, con un atuendo real y me quedé observando su interior, pensativo, en busca de algún significado, me preguntaba por que Ariadna, había dejado algo así.

Repase con los dedos la corona de papa, dibujndo sus grabados y no pude evitar que una lagrima se me callese..

Aquella noche cuando entraste y me contaste todo aquello....no queria mencionar ninguno de los hechos en cuanto pude, la escondi, la traje aqui, lo habia perdido todo y no queria perder nada mas, asi que decidi que no habria mas rey al que matar en Albion.....fui yo la que extendio el rumor de que fue robada...me quede callada unos instantes para no perder la compostura, los recuerdos de padre me dolian demasiado, despues me agache a su lado Era de mama, mando construirlo, pero jamas quiso usarlo, dijo que estaba destinado a portar algo importante, cuando murieron, guarde la capa de los reyes Moonblood aqui, junto con algunos efectos personales de papa....tambien deslice la mano hasta un lateral del cofre y pulse uno de los grabados que se hundio haciendo el ruidito de un muelle al saltar, aparte hacia un lado el contenido del cofre y, con la ayuda de una de mis uñas levante la tapa del doble fondo en el centro de aquella cavidad totalmente pintada de negro se encontraba una caja de plata...tambien guarde aqui sus alianzas dije abriendo la caja con mucho cuidado, pues era un regalo de la abuela de mi madre, estaba realmente deteriorada. Le observe, esperando su reaccion.....esperando que dijese cualquier cosa..

Escuché atentamente cada una de sus palabras, comprendiendo cada vez más el trasfondo que escondía aquella cámara. Sin detenerme, miré a las alianzas, comprendiendo al instante su gesto, oculté una sonrisa en lo más profundo de mi ser, ya había aceptado, justo en el momento de girar la llave que abría la cámara, dónde ahora mismo me encontraba, más tarde desvié la mirada al interior del cofre con fondo negruzco, me despoje de mis dagas y las coloqué en el limite superior e inferior, con respecto al centro, haciendo lo mismo después con las pistolas a izquierda y derecha.

-No necesitaré esto a partir de ahora... la miré y sonreí, lanzandole mi propia indirecta. Levántate Sela, indiqué aún con una sonrisa en mis labios, antes de deslizar la capa por sus brazos, quitándosela. La plegué con sumo cuidado y la introduje también en el cofre. Ahora, faltaba el resto del atuendo, aquel que no volvería a usar y que quedaría en el interior de aquel cofre, sellado bajo llave, formando así, una parte más en la historia de los Moonblood.

No pude ocultar una enorme sonrisa al darme cuenta de que el aceptaba todo aquel enorme peso por mi, sabia de sobra que jamas habria entrado en sus planes reinar y que aceptase asi sin mas significaba muchisimo para mi.

Poco a poco fui despojandole de aquel uniforme que, aunque era caracteristico solo de el por su cargo, no dejaba de ser el uniforme de un guardian mas.

Coloque el doble fondo sobre las armas, solo yo sabia cuanto me alegraba de no tener que volver a pasar mas esos dias de incentidumbre, esperando su regreso, y puse su uniforme encima, el guardian pasaba a la historia.

Con cuidado, desdoble la capa de papa y la coloque con suavidad sobre el, sin perder la conexion con sus ojos. Baje un segundo la mirada quitandome el sello de mi padre para, despues de observar sus manos mientras entrelazaba sus dedos con los mios, colocarselo.

He de confesar que todo lo lleve a cabo con cautela, tanteando el terreno, quizas, un paso en falso haria que le entrase el panico, por eso y solo por eso, anduve con pies de plomo.

Acaricie sus mejillas mientras le observaba con todo el amor del mundo en mis ojos, para despues, colocar la corona sobre su cabeza.

Ziven, te quiero.

Observé tranquilo como el Ziven guardián desaparecía, mientras me cubría con la capa de mi antecesor, y comenzaba a sentir el peso de la responsabilidad que ahora mismo no me infringía temor. Acarició mi rostro y me colocó la corona, hecho al que no supe como responder, hace un momento, no era capaz de tan siquiera acercarme y ahora... me pertenecía. Sonreí y acaricié su rostro unos instantes. Aun me queda una cosa por hacer... Tomé su mano, mientras sostenía ya una alianza en la mía. La interrogué con la mirada ante los hechos venideros, esperando una contestación afirmativa. Entonces recordé sus palabras y comprendí que era el mejor momento para ratificarme en mis pensamientos. -Yo, me uno a ti, por esta eternidad y todas las siguientes, sin la imposición de ninguna ley u orden... Selanora Moonblood. Dije improvisando mis propios votos como antiguo guardián, mientras deslizaba ya el anillo, por uno de sus dedos. Sonreí mirándola con cariño,dando paso ya a su turno, mientras me preguntaba, cuantas veces había esperado escuchar esto, si es que en realidad lo había hecho. La observé mientras tendía ya mi mano,ansioso, mientras mi mente recalcaba lo curioso de la situación. Reina y Rey en un cámara, los invitados no llegaban ni al millar y nuestros atuendos no eran ni mucho menos adecuados, no era algo digno de la realeza, por supuesto que no, pero, seguía siendo perfecto, a nuestra manera. Esa fue la conclusión tan acertada que pude extraer de aquello, mientras esperaba ya, el momento del beso.

Me mordi el labio sonriente cuando pronuncio aquellas palabras, cogi el anillo que quedaba en la cajita y me dispuse a ponerselo repitiendo sus mismas palabras.

Yo, me uno a ti pr toda esta eternidad y las siguientes, sin imposicion de ninguna ley u orden...Ziven...Moonblood.

Entrelazamos nuestros dedos y le bese, deje su nariz pegada a la mia y no pude evitar soltar una risilla infantil, por primera vez en muchos siglos era plenamente feliz, aproveche la proximidad de nuestros labios para darle otro beso.

Espero que no vayas reinando por ahi asi...me rei haciendo referencia a su atuendo, que resultaba ser un tanto ligero....

Correspondí a sus besos y me reí con ella. Estoy en una cámara.... secreta. Dije poniendo énfasis en la última palabra. Nadie va a verme. Podría decir lo mismo de ti. Volví a reírme mientras caminaba hacía la salida de la habitación, regresando a la sala cuadrada. Me giré y enarqué una ceja. Ni se te ocurra hacer ninguna clase de comentario. Me moví rápidamente y alcancé, mis gafas oscuras del suelo, metiéndome de nuevo en la estancia. Miré a Selanora y la sonreí, aproximándome al cofre y arrodillándome por ultima vez ante él. Observé las gafas unos segundos más y las dejé con las platillas plegadas arriba de todo el atuendo de guardián. Le hice una señal para que se acercara y pudiera satisfacer mis segundos de melancolía.

Cerré definitivamente el cofre, la miré y la besé. Creí haberte dicho que no te rieras. ¿No tendrás algo que pueda ponerme verdad? Podría pasarme la eternidad aquí, pero no creo que sea oportuno pasear así por palacio. Dije, mientras acariciaba su mano,entrelazándola con la mía.

Si le di otro beso pero tendras que convencerme para que te la de dije sonriendo. Observe nuestras manos entrelazadas y bese el dorso de la suya.

Convenceme alce una ceja

No pude evitar sonreír cuando enarcó una ceja, ¿en que diantres estaba pensando? Deicidí tratar de averiguar algo más y volví a besarla de forma más intensa. ¿Convencerte? ¿Y como pretendes que haga algo así? Pregunté, mirándola con picardía.

Correspondi a su sonrisa y me hice la tonta Pues...no veo a ninguna de mis sirvientas y, tampoco es muy aduado que yo salga asi, podrias ayudarme a ponerme un vestido mas decente...si quieres...

¿Crees que tus sirvientas te echan de menos?Dudo que aparecieran por aquí aunque conocieran la existencia de esta cámara. refiriendome a las tantas libertades, que se les habían otorgado estos días.

¿Es una orden? Dije, enarcando una ceja, cuando me pidió ayuda a la hora de escoger su vestido, estaba conteniendome la risa.